Historias de San Luis: "Víctimas del olvido"
Por Nino Romero
“Víctimas del Olvido” es el título del libro cuya autora es la puntana Lilian Camargo Bustos. En esta columna intento rescatar publicaciones que cuentan nuestras historias. Citaremos muchos textuales de esta investigación periodística minuciosa, precisa, de algunas personas que fueron víctimas de la violencia de estado de la última dictadura.
Dice Lilian: “se trata de hacer público lo que muchos ignoran, que quede impreso para siempre en la memoria de todos, y no permitir que se nos dé una versión tergiversada o que se nos niegue un trozo de historia de nuestra provincia”.
Añade la autora que:” es preciso mantener viva la memoria, es necesario conocer la verdadera historia, es momento de detenerse en los relatos de aquellos que vivieron y padecieron los nefastos días de la dictadura militar”.
El libro fue publicado en el año 2001 y contiene relatos en primera persona de quienes padecieron detenciones, torturas, mutilaciones, violaciones, y algunos de ellos ya murieron.
Hace poco escribí una historia de homenaje a Luis Rezzano, uno de los símbolos del teatro de San Luis.
En “Víctimas del Olvido” aparece el doloroso testimonio de otro hombre del teatro de San Luis. Autor, director, productor, docente, formador de actores y actor también.
Me refiero a Pedro Alejo Sosa. En otra oportunidad pondré énfasis en su labor cultural, pero ahora compartiremos tramos de su historia, luego de ser detenido el 24 de marzo de 1976, momentos después que fuera dejado cesante en sus funciones de Director de Cultura.
Tenía 33 años, lo detuvieron delante de su familia fuerzas del Ejército y de la Policía Federal, y fue depositado en la vieja penitenciaría provincial, que ya no funciona.
En el libro relata Pedro Alejo Sosa:” estuve allí hasta noviembre de 1976, y después fui traslado a la Unidad 9 de La Plata, donde estuve detenido cuatro años hasta que en 1979 fui liberado con detención vigilada. No pude salir de mi casa hasta febrero de 1980”.
Continúa:” con respecto a las torturas, eso no significa agresión física sino el hecho psicológico, el hostigamiento, la falta de libertad, la persecución, el acoso constante. Sobre todo, el atropello a la dignidad. Todos fuimos torturados con piñas, picanas, desnudeces”.
Añade: “cuando estuve en San Luis pude sentir como todas las noches salían y regresaban destrozados los compañeros luego de los interrogatorios, vivíamos como semianimales en lugares deplorables y con los baños con las cuestiones fétidas al borde”.
Relata la autora que al preguntarle qué fue lo primero que sintió al recuperar la libertad Alejo dijo: “sentí mucho miedo. No sólo los uniformados eran los enemigos, también lo eran los civiles. Sentí terror, porque cuando salí de la cárcel de La Plata y caminaba con mi señora por la calle a la medianoche, atrás venían dos hombres apuntándonos, y no sabíamos si íbamos a ser boleta o no. Después, cuando regresé a San Luis, lo primero que recuerdo fue el comportamiento de la sociedad, de los grupos de gente que yo frecuentaba, algunos me miraban con indiferencia, otros me saludaban de lejos, algunos ni se acercaban. La sociedad puntana es muy extraña”.
En el libro, el hombre del teatro y la cultura reflexiona que “en nuestra provincia hay muchos desaparecidos, no se sabe dónde están y eso es terrible. Cuando miro para atrás digo que vine del infierno, del terror, porque vivencié la muerte de muchos compañeros en las cárceles por sufrimientos, y sabíamos que el que salía a lo mejor no regresaba nunca más. Es una experiencia que te puede engrandecer como te puede quebrar”.
Por supuesto que el relato está fragmentado. Pero quiero cumplir con la premisa de la autora, la querida Lilian Camargo Bustos, que pretende que no haya “Víctimas del Olvido”.
Por eso hoy rescatamos parte de su libro.
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